Lo que te dices y cómo te lo dices, lo cambia todo.

¿Alguna vez te has pillado diciéndote cosas como...?
"No sirvo para esto."
"Siempre me equivoco."
"Qué tonta soy."
Lo peor es que ni siquiera nos damos cuenta. La mayoría del tiempo, la voz en nuestra cabeza está en piloto automático, repitiéndonos frases que ni cuestionamos.
Yo lo hacía. Durante mucho tiempo, mi voz interior era mi peor enemiga. Me hablaba con dureza, me ponía trabas antes de intentarlo siquiera y me castigaba por cada pequeño error.
Un día, alguien a quien quiero mucho, me hizo una pregunta que hizo que me diera cuenta:
“¿Le hablarías así a tu mejor amiga?”
La respuesta fue un rotundo NO.
Ahí entendí que si quería avanzar en la vida, primero tenía que cambiar la forma en la que me hablaba a mí misma. Y aquí empieza todo.
Te voy a contar cómo la forma en que te hablas cambia lo que sientes, lo que haces y hasta lo que crees posible. Y, sobre todo, cómo puedes transformar esa voz para que sea tu aliada y no tu enemiga.
Esa voz en tu cabeza (y por qué importa tanto)
Todas tenemos una voz interna.
Esa que te anima… o te hunde.
Esa que te empuja… o te frena.
El problema es que muchas veces, en lugar de apoyarnos, esa voz nos sabotea.
Mi primer encuentro con mi diálogo interno tóxico fue en la adolescencia.
Cada vez que cometía un error, me decía cosas como:
“Eres un desastre.”
“Nunca harás nada bien.”
“Mejor ni lo intentes.”
Lo peor es que lo decía con tanta convicción, que me lo creía.
Hasta que empecé a notar algo: cuando me hablaba mal, mi energía bajaba. Me sentía insegura, con miedo de intentarlo, con la sensación de que ya había perdido antes de empezar.
Porque lo que te dices, NO es solo ruido en tu cabeza.
Es el filtro a través del cual ves la vida.
💡 Ejemplo real:
Una vez, después de una entrevista de trabajo, (que no me salió bien, me puse nerviosa, no estaba concentrada), pasé horas repitiéndome:
"Qué vergüenza. Seguro que han pensado que soy una inútil."
Pero cuando se lo conté a una amiga, ella me dijo:
"Oye, ¿y si en lugar de eso piensas que fue una oportunidad de aprendizaje?"
Me hizo clic. Yo sola me estaba poniendo en el papel de perdedora.
Así que, ¿qué pasa si empiezas a elegir conscientemente las palabras con las que te hablas?
Detecta la toxicidad de tu diálogo interno
Si quieres cambiar cómo te hablas, lo primero es ser consciente de lo que te dices.
Aquí algunas señales de un diálogo interno negativo:
✔ Te criticas más de lo que te apoyas.
✔ Eres más dura contigo misma que con los demás.
✔ Te hablas en términos absolutos: “Siempre fracaso”, “Nunca lo lograré.”
✔ Te enfocas solo en lo malo y minimizas lo bueno.
✔ Usas un lenguaje muy cruel contigo misma: “Soy un desastre”, “No valgo para nada.”
💡 Ejercicio práctico:
Lleva un pequeño diario y anota cada vez que te digas algo negativo. No para juzgarte, sino para hacer consciente el patrón.
Cambia la forma en que te hablas (y cambia tu vida)
Transformar tu diálogo interno no significa repetir afirmaciones vacías frente al espejo. Significa hablarte con más compasión y más verdad.
- Reformula tus pensamientos negativos
En lugar de "Soy un desastre", prueba con "Estoy aprendiendo y cada error me acerca más a mejorar." - Háblate como le hablarías a tu mejor amiga
Si no le dirías a ella “Eres una inútil”, ¿por qué te lo dices a ti misma? - Cambia el tono, no solo las palabras
No es lo mismo un "No pude hacerlo" con rabia que con aceptación y aprendizaje.
Ejemplo real:
Un día perdí un cliente importante y automáticamente pensé:
"Soy un fracaso. Nunca me va a ir bien en esto."
Pero después respiré hondo y me dije:
"Ok, esto duele, pero no define mi capacidad. Aprenderé y lo haré mejor la próxima vez."
La diferencia no está solo en las palabras, sino en cómo te sientes después de decirlas.
Y, ¿sabes qué pasó después?
Unas semanas más tarde, otro cliente llegó con una oportunidad aún mejor. Si me hubiera quedado atrapada en mi diálogo negativo, probablemente no habría tenido la energía ni la confianza para seguir buscando y abrirme a nuevas posibilidades.
Ese día entendí algo clave: la forma en que te hablas puede ser la diferencia entre rendirte o seguir adelante.
Tu voz interior puede ser tu mejor amiga o tu peor enemiga
Piensa en esto: vas a convivir contigo misma toda la vida.
¿Por qué no hacer de esa relación algo más amable, más sano, más motivador?
No estoy hablando de vivir en las nubes y rodeada de unicornios y algodones rosas. No.
🌿 No se trata de engañarte con positivismo falso.
🌿 Se trata de hablarte con la verdad, pero desde la compasión.
🌿 Se trata de dejar de ponerte piedras en el camino con tu propio discurso.
Así que te invito a intentarlo.
A ser más consciente de las palabras que usas contigo.
A darte el amor y la paciencia que mereces.
Porque la vida ya es bastante complicada como para que encima, nos hablemos mal a nosotras mismas.
Con cariño,
Olivia.