Cómo reconectar contigo misma en el mundo actual

Cómo reconectar contigo misma en el mundo actual
¿Cuánto hace que no dedicas tiempo a conectar contigo?

A veces, el mundo nos pide tanto que parece que no queda espacio para nosotras mismas. Entre el trabajo, las relaciones, la familia y ese sinfín de cosas que parecen urgentes, es fácil olvidarnos de algo fundamental: nosotras.

¿Cuándo fue la última vez que realmente te sentaste a preguntarte qué necesitas?

No lo que esperan los demás de ti, no lo que dicta la lista interminable de pendientes, sino lo que de verdad necesitas para sentirte bien. Es una pregunta sencilla, pero complicada de responder cuando estamos inmersas en la rutina.

Hace poco tuve uno de esos días en los que sientes que el mundo se desmorona. Había acumulado tantas cosas que hacer que hasta las tareas más simples parecían un peso enorme.

Me sentía agotada, desconectada y, sobre todo, perdida.

En lugar de seguir empujando y tratando de hacer más, hice algo que no suelo permitirme: paré. Me senté en el sofá, con un té caliente en las manos, y simplemente dejé que todo pasara. Fue entonces cuando me di cuenta de algo muy importante: no necesitamos arreglarlo todo de inmediato. A veces, lo único que necesitamos es un momento para nosotras mismas, un momento para respirar y reconectar.

En ese silencio, me hice una pregunta que quiero compartir contigo: ¿cuándo fue la última vez que me escuché realmente? No hablo de escuchar el ruido de nuestra mente, con sus listas de tareas y preocupaciones.

Hablo de escuchar lo que tu cuerpo y tu corazón te están pidiendo.

Para mí, esa pregunta fue el inicio de algo importante: empezar a cuidarme de verdad, pero de una forma que se sintiera auténtica y sostenible. No con grandes cambios ni promesas imposibles, sino con pequeños gestos que marcan la diferencia.

Recuerdo que cuando estaba en mis veinte años, la idea de “autocuidado” era algo que asociaba con tratamientos de belleza, escapadas de fin de semana o incluso compras impulsivas. Pero con el tiempo aprendí que el cuidado de una misma no siempre es glamuroso. A veces, es simplemente dormir una hora más, decir “no” cuando algo no te sienta bien o pasar un rato en silencio sin hacer nada más.

Y aunque suene simple, estas pequeñas cosas tienen un impacto enorme.

El mundo actual no nos lo pone fácil.

Vivimos rodeadas de estímulos constantes: notificaciones en el móvil, mensajes de trabajo fuera del horario, comparaciones en redes sociales… Todo esto genera una desconexión constante de lo que realmente importa. Pero he aprendido que no necesitamos desconectarnos completamente del mundo para volver a nosotras mismas.

Lo que necesitamos es aprender a crear espacios, pequeños refugios en medio del caos.

Por ejemplo, una de las cosas que más me ha ayudado es establecer un pequeño ritual diario. El mío es simple: todas las mañanas, antes de mirar el móvil, me preparo un café y escribo en mi diario.

No escribo nada complejo, solo lo que siento, lo que espero del día o incluso cosas tan mundanas como qué sueño tuve anoche. Es un momento mío, un momento para sentarme conmigo misma y empezar el día desde un lugar de calma, no de urgencia.

Otra cosa que descubrí es el poder de los pequeños gestos.

Una tarde, después de un día agotador, decidí encender una vela aromática mientras cocinaba. Algo tan sencillo como ese pequeño cambio transformó mi estado de ánimo. No porque la vela tuviera algún poder mágico, sino porque me recordó que, aunque el día hubiera sido complicado, aún podía encontrar belleza en lo cotidiano.

Y quiero compartir algo que me pasó hace poco.

Una amiga me llamó llorando porque sentía que no podía más. Me dijo que estaba agotada, que todo parecía ir mal y que no sabía por dónde empezar a sentirse mejor. Le pregunté: “¿Qué es lo más simple que podrías hacer ahora mismo para cuidarte?”. Se quedó en silencio unos segundos y me respondió: “Creo que tomarme un baño caliente y dejar el móvil en otra habitación”.

Lo hizo, y al día siguiente me dijo que había dormido mejor que en semanas. Eso me hizo pensar en cuántas veces subestimamos el poder de las cosas pequeñas.

Queremos grandes soluciones, pero lo que necesitamos está justo delante de nosotras.

Reconectar contigo misma no significa abandonar tus responsabilidades ni hacer cambios drásticos.

A veces, es simplemente darte permiso para priorizarte, aunque sea por unos minutos al día.

No necesitas esperar a que todo esté en calma para cuidarte.

Puedes empezar aquí y ahora, en medio de tu caos, con los recursos que ya tienes.

Si me preguntas cómo empezar, te diré que empieces con algo que te haga sentir bien. Puede ser algo tan sencillo como escribir en un papel tres cosas que agradezcas, caminar al aire libre o incluso cerrar los ojos y respirar profundamente. Pero lo más importante es que lo hagas desde un lugar de amor, no de obligación.

No se trata de añadir más cosas a tu lista de pendientes, sino de encontrar formas de cuidarte que se sientan ligeras y naturales.

El otro día, mientras miraba a mi hija jugar en el jardín, pensé en lo simple que es para los niños disfrutar del momento. Ellos no necesitan razones para reír, no planean la diversión ni se preocupan por si están haciendo lo suficiente.

Simplemente viven.

Y creo que eso es algo que todas deberíamos recuperar: la capacidad de disfrutar el momento presente sin preocuparnos tanto por lo que viene después.

Así que, la próxima vez que sientas que el mundo te pide más de lo que puedes dar, haz algo pequeño por ti misma. Tal vez sea detenerte un momento y mirar la luna, leer un capítulo de un libro que te inspire o incluso simplemente sentarte en silencio con una taza de té.

Porque, aunque el mundo no pare, tú tienes el derecho de hacerlo.

Al final del día, reconectar contigo misma no es un lujo, es una necesidad. Y lo mejor de todo es que no necesitas grandes planes ni mucho tiempo para empezar. Solo necesitas darte permiso para priorizarte.

Porque cuando estás bien contigo misma, el resto del mundo también mejora.

Con cariño,
Olivia.